El transporte público un caos sin solución inmediata, parte I
Carlos Del Puente
Durante los días de mis vacaciones laborales ( trabajo pago por un salario mensual), pues seguía trabajando desde mi hogar en materia de comunicaciones, todas mis diligencias las realicé en trasporte privado ( Uber y el vehículo personal ), no hubo traumas, ni tapones ni nada por el estilo. Pero un lunes cualquiera tenía varias diligencias en la ciudad y opté por tomar la ruta 100 B, la cual pasa casi frente a mi casa, debido a que ellos utilizan una serie de autobuses para hacer una ruta interna que cubre, Residencial Bisonó, urbanización Yolenny , Residencial Cdee, entre otros sectores aledaños.
Señores tomé el autobús a las 6 y 40 am, las dos horas de recorrido parecieron 100 días, tapones, mal olor, humareda de mooflers entre otras yerbas aromáticas de esas que aparecen cuando hay tumulto de personas. Un concierto de nalgas femeninas y masculinas pasaron por mi rostro, más una paliza de mochilas, bolsos y loncheras, cargadas de botellas de agua, té, café caliente, empandas y tostadas, por el aroma segregada de unos de los bolsos descubrí que contenía un desayuno, algo asi como con yuca acompañada de arenque cargado de cebolla.
Una guagua totalmente desbaratada, destartalada cuyo amortiguadores habían perdido la dura batalla, una jóven universitaria, que cansada por la lucha diaria se durmió en mis hombros aprovechando para derramar 80 litros de un fluido parecido baba, acompañado de unos ronquidos de gorilas en celos.
Un cobrador indecente, con un olor (baho) a chinchilin que ponía a hablar hasta el mudo más mudo del mundo. En fin si les cuento todo lo que viví en esas dos horas necesitaré los 365 días del año más algunas horas extras.
Si las autoridades actuales no ponen un granito de arena para solucionar la situación del transporte tendremos que mudarnos a las montañas, para poder vivir 10 minutos más de vida. Al parecer no existe ni control ni mecanismo alguno para evitar que sigan circulando vehículos en malas condiciones.
Estamos feos para la foto y sin maquillaje para el video. Este relato continuará, llegué a mi destino, sucio, sudado y con el corazón en las manos, pero llegué, por cierto por el nerviosismo se metió unas ganas de orinar que me tenía loco.
