La educación inclusiva y la educación especial: Dos aspectos complementarios de un mismo tema

Ana García Marte

La autora es Lcda. en Psicología Organizacional, con especialidad en Psicología Clínica. También cuenta con Maestría en Terapia Familiar y Educación Especial. Actualmente es presidenta del Centro de Capacitación Para Ciegos.
En los últimos años, se ha debatido intensamente sobre la educación especial y la educación inclusiva. Se argumenta que las escuelas deben estar preparadas para recibir a los niños con discapacidad, y no al revés. Sin embargo, difiero parcialmente de esta visión. Si bien es cierto que los centros educativos deben estar equipados para atender a los niños con discapacidad, también es crucial que estos niños estén conscientes y preparados para enfrentar el mundo que les espera.
Aunque las escuelas se esfuercen por estar completamente preparadas, es imposible que cubran todos los aspectos de las necesidades específicas de cada niño. Un ejemplo claro es la percepción que los demás niños tienen sobre la discapacidad. Cada ser humano tiene formas de pensar y reaccionar distintas, y aunque se promuevan valores de inclusión y respeto, las reacciones individuales pueden variar. Por esta razón, considero que es necesario que ambas partes se preparen: los centros educativos deben brindar las adecuaciones, ajustes razonables y un trato justo; y los niños con discapacidad deben recibir una preparación previa para adaptarse y mantenerse al ritmo de sus compañeros.
Esta preparación especializada que necesitan los niños con discapacidad no suele ofrecerse en las escuelas regulares. Por lo tanto, surgen interrogantes importantes: ¿Cómo puede un centro educativo estar realmente preparado para recibir a un niño con discapacidad si no cuenta con la capacitación adecuada? ¿Y cómo se espera que los niños con discapacidad se integren sin una preparación previa adecuada?
Es fundamental que dejemos de ver la inclusión como una utopía y la abordemos desde una perspectiva realista. En primer lugar, los centros educativos deben estar preparados para ofrecer una educación de calidad y equitativa. En segundo lugar, las personas con discapacidad deben recibir una preparación previa que les permita mantenerse a la par con sus compañeros y estar conscientes de su condición para que las reacciones inconscientes de sus iguales no les afecten, evitando así situaciones de acoso escolar.
Reconocemos que hay muchos aspectos a considerar. Sin embargo, en nuestro afán por demostrar que son los centros educativos los que deben estar preparados, a menudo olvidamos la realidad que enfrentan las personas con discapacidad. Es crucial que estas personas tomen conciencia de su condición para vivir una vida plena y enfrentar con valentía las adversidades que, sin duda, encontrarán en su camino.
Considero que vivir en esta utopía de preparar la escuela para los niños en condición de discapacidad ha llevado a muchos niños a atrasarse y ha inducido un retraso en su desarrollo. Esto se debe a que se enfocan en que la inclusión solo es la presencia física y dejan de lado todos los aspectos importantes que requiere el niño, como lo mencionado anteriormente.
Es igualmente importante la integración de los centros que trabajan para la discapacidad con la escuela regular y parar con el afán de desaparecer estos centros. Además, el apoyo de las fundaciones que se dedican a esta área es crucial. La inclusión no se trata simplemente de colocar a una persona en la línea de arranque sin que haya recibido una preparación previa. La inclusión conlleva varios procesos, y entre estos componentes están la educación específica, la integración escolar y, por qué no, también la rehabilitación. Estos servicios solo pueden ser ofrecidos por centros especializados, centros de recursos y fundaciones. Con el apoyo de estos recursos, se podría lograr una inclusión efectiva, permitiendo que las personas con discapacidad tengan una integración plena en la sociedad, sin barreras ni obstáculos que limiten su aprendizaje y capacidad.