Foto: Fuente externa.

Broma pesada de José Offerman en el final del juego Licey vs Mayaguez

 

 

Dentro del campo de la psicología y la sexología, se conoce como sadismo a la conducta que consiste en producir daño físico o mental a un ser vivo.

En los deportes, es generar mortificaciones al público, cuando al final de un encuentro en que todo parece estar definido tomando una correcta decisión, se saca, cual si fuera Mandrake el Mago, una carta imprevista generadora de angustia.

El Manager José Offerman de los Tigres del Licey, equipo representativo de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana en la Serie del Caribe en Caracas, Venezuela. Con toda esa sapiencia y astucia como estratega que le hizo merecedor del premio al Manager del año, en el recién finalizado torneo de béisbol profesional 2022-2023.

Suele poner en tensión a los fanáticos, cuando al final de un encuentro en que todo parece estar jaque mate en favor del Equipo Azul, realiza improvisaciones que colocan el juego entre el ser o no ser.

En la tarde del día de ayer 4/2/2023, en el encuentro pactado para escenificarse en el Estadio de La Guaira entre el Equipo de Mayaguez Puerto Rico y los Tigres del Licey de República Dominicana, ganado por este ultimo con pizarra de 6 carreras por 4.

En la Novena entrada, último oportunidad de los puertorriqueños que perdían el encuentro 6 x 2 no fue la excepción e hizo una de las suyas.

El señor Offerman, en vez de traer a su cerrador de luxe Jairo Asencio para como de costumbre cerrar el partido; trajo a un joven prometedor pero inexperto lanzador, sin experiencias en Series del Caribe de nombre Jesús Liranzo, que después de ponchar al primer bateador del inning, concedió tres bases en bola, qué obligó a Offerman a realizar, lo que debió haber hecho inicialmente, llamar a Jairo Asencio quién fué recibido por Bryan Torres con un sencillo remolcador de dos carreras. Por suerte Asencio con su veteranía logró sofocar la rebelión y poner fin a un partido en que los bateadores del Licey, encabezados por Bonifacio, Canó y Hernández habían colocado la Torta para sólo ser servida.